Se acercaron
los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «¿Por qué nosotros y los
fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?».
Jesús les
dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio
está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán».
(Mt 9,
14-15)
Las palabras que Jesús te dirige son un estímulo
en tu vida y quieren despertar lo mejor que llevas en tu interior. El ambiente en
el que vives y la rutina de tu trabajo mantienen adormecidos algunos de tus
sueños.
Deja que este mensaje te ayude a recordarlos y
a tenerlos presentes en el día de hoy. Piensa cómo puedes hacer algo concreto
por acercarte o echar una mano a aquellas personas que necesitan de tu ayuda. ¡No
te quedes en palabras o en buenas intenciones!
En la tierra nueva
las casas no tienen llaves
ni los muros rompen el mundo.
Nadie está solo.
No se habla mucho del amor,
pero se ama
con los ojos,
las manos,
y las entrañas.
Las lágrimas son fértiles,
la tristeza se ha ido
para no regresar,
y se ha llevado con ella
la pesada carga
del odio y los rencores,
la violencia y el orgullo.
Es extraña la puerta
que abre esa tierra:
es la sangre derramada
de quien se da sin límite,
es la paciencia infinita
de quien espera en la noche,
es la pasión desmedida
de un Dios entregado
por sus hijos; nosotros,
elegidos para habitar
esa tierra nueva.
José M.
R. Olaizola
ORACIÓN FINAL
Dame, Señor, alas para volar y
pies para caminar al paso de los hombres.
Entrega, para “dar la vida” desde
la vida, la de cada día.
Infúndenos, Señor, el deseo de
darnos y entregarnos,
de dejar la vida en el servicio a
los demás.
Señor, haznos constructores de tu
vida,
propagadores de tu Reino,
ayúdanos a poner la tienda en
medio de los hombres
para llevarles el tesoro de tu
amor que salva. Amén.
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