jueves, 21 de febrero de 2013

Jueves I de Cuaresma: Oración para este día


Dijo Jesús a sus discípulos: «Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe, quien busca encuentra y al que llama se le abre. Si a alguno de vosotros le pide su hijo pan, ¿le va a dar una piedra?; y si le pide pescado, ¿le dará una serpiente? Pues si vosotros, que sois malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre del cielo dará cosas buenas a los que le piden!
En resumen: Tratad a los demás como queréis que ellos os traten; en esto consiste la Ley y los profetas».
(Mt 7, 7-12)

Lo que el evangelio de hoy nos ayuda a buscar es eso que es importante para nosotros, eso que nos hace sonreír. Quizá no se trate de pedir a Dios tan solo algo que podamos acumular, sino algo que podamos compartir con los demás.


Los niños comparten su sonrisa. Puede ser que no haga falta más. Y tú, hoy, ¿qué estás dispuesto a compartir? Posiblemente te ayuden estas palabras del evangelio: “lo que quieras que hagan los demás por ti, hazlo tú con ellos”.

Salmo 102
¡Bendice, alma mía, al Señor!
Bendice, alma mía, al Señor,
y todo mi ser a su santo nombre.
Bendice, alma mía, al Señor,
y no olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas
y cura todas tus enfermedades;
Él rescata tu vida de la fosa,
y te colma de gracia y de ternura.
El Señor hace justicia
y defiende a todos los oprimidos;
enseñó sus caminos a Moisés
y sus hazañas a los hijos de Israel.

El Señor es compasivo y misericordioso,
lento a la ira y rico en clemencia;
no está siempre acusando
ni guarda rencor perpetuo;
no nos trata como merecen
nuestros pecados
ni nos paga según nuestras culpas.

Como se levanta el cielo sobre la tierra,
se levanta su bondad sobre sus fieles;
como dista el oriente del ocaso,
así aleja de nosotros nuestros delitos.

Como un padre
siente ternura por sus hijos,
siente el Señor ternura por sus fieles;
porque Él conoce nuestra masa,
se acuerda de que somos barro.
¡Bendice, alma mía, al Señor!

ORACIÓN FINAL
Señor, tu corazón desborda bondad,
como muchas personas que viven con nosotros.
Ellas han descubierto y nos transmiten un secreto sencillo
Para una vida feliz:
la generosidad produce alegría.
Ayúdanos a pasar nuestra vida compartiendo con los otros
eso que nos hace vivir de verdad
y que tan felices nos hace.
Ayúdanos a amar de corazón.
Ayúdanos a sonreír
y a provocar una sonrisa en los demás. Amén.

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