viernes, 15 de febrero de 2013

Oración: "Ser inmigrante"

En los tiempos actuales, resulta fácil afirmar que el fenómeno de inmigración ya no es un tema desconocido para esta sociedad; la forma como se perciba es otra cuestión y va más en función de lo que la realidad nos transmite. Se puede decir que ya es el momento de llevar a la práctica actitudes constructivas en aras de una convivencia horizontal con las personas extranjeras.

Lamentablemente, el bombardeo de información que se obtiene a través de diversas fuentes desvirtúa la imagen de la inmigración, en el cual predominan los aspectos destructivos, violentos, delictivos... No obstante, deberíamos hacer un esfuerzo y detenernos un poco para pensar y apreciar las ventajas que puede aportarnos la interacción social con personas de otras razas, religiones y culturas, que de forma natural se convierten en nuestros vecinos y vecinas, amigos y amigas, compañeros y compañeras de trabajo, asistentes y asistentas de nuestros seres más queridos... En definitiva, llegar a comprender que despojarse de una serie de prejuicios sobre las personas que vienen desde muy lejos facilitaría la convivencia y además podría evitar situaciones que afecten a estas personas, tan solo por el hecho de ser inmigrantes.

No debemos dejar de mencionar, que la explicación única y válida para que muchas personas migren, principalmente de lugares empobrecidos obedece a las consecuencias de una globalización de carácter econonomicista, cuyas consecuencias se manifiestan en el progresivo empobrecimiento de muchos países ricos en recursos naturales y humanos, además de ahondar en la desigualdad y la injusticia social en el mundo.


Muchos de estos países siguen estando bajo el dominio de unos cuantos gobernantes poderosos y otros hombres dueños de las mayores fortunas del mundo, que continúan explotando las materias primas (petroleo, minerales, madera...) y empleando deliberadamente la mano de obra barata entre otros de miles de mujeres, niños y niñas.

En este contexto, si intentamos por unos minutos posicionarnos en el rol de una persona inmigrante, entonces podemos entender lo difícil y arriesgado que resulta la decisión de marcharse de la tierra donde nació y dejarlo todo: la familia, los amigos/as, el idioma, las comidas, la música, los paisajes. Esta experiencia no es para nada alentadora ni espontánea; todo lo contrario, es forzada y muy dolorosa, sin embargo, se demuestra que la fortaleza humana que poseen todas estas personas aunque no en todas las situaciones, supera las adversidades. En sus mentes solo afloran su firme propósito de tener derecho a una vida digna, así como la de los suyos, como la debería tener cualquier ciudadano o ciudadana en el mundo.

Nancy Juape Chamaya

No me llames extranjero...




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