En el nombre del Padre,
del Hijo y del Espíritu Santo.
Vamos a pensar en el
nacimiento de Jesús. La Virgen
y San José, son su fe, esperanza y amor, salen victoriosos en la prueba. No hay
rechazo, ni frío, no oscuridad ni incomodidad que les pueda separar del amor de
Dios. Dios no encuentra lugar mejor que aquel pesebre, porque allí estaba el
amor que lo recibe sin condición. Vamos a unirnos con San José y con la Virgen en un deseo sincero
de renunciar a todo lo que impide que Jesús nazca en nuestro corazón.
Del evangelio de San Lucas (Lc 2,6-7): “Y sucedió
que mientras estaban allí le llegó a María el tiempo del parto, y dio a luz a
su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre, porque
no tenían sitio en la posada para ellos”.
Dios te salve María…
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