miércoles, 12 de diciembre de 2012

Conectándonos por la esperanza (I)


María y José se encontraron en la difícil situación de no tener posada, de no encontrar un lugar donde poder tener al Hijo de Dios.

Con un medio de locomoción sencillo (un burro) caminaron y caminaron sin perder la esperanza de que alguien les ayudaría.

Desde nuestro pupitre, desde nuestra clase, desde nuestra realidad, hoy descubrimos esa imagen de José y María caminando sin rumbo hacia un lugar tranquilo donde poder cuidar a su hijo.

Muchas personas en nuestro mundo viven a diario la misma situación, no tienen un techo donde cobijarse ni un lugar donde resguardarse del frío.

No podemos perder la esperanza de que OTRO MUNDO ES POSIBLE, no podemos abandonar y dejar a la deriva este alto ideal aunque a veces las circunstancias hagan que se nuble la lente de nuestro catalejo.


  • Hoy colocamos en clase un PORTAL DE BELÉN y dentro de él podremos escribir, dibujar o pegar fotografías de personas o situaciones que necesitan ese cobijo. En estos días pediremos por ellas y por nosotros mismos para que Dios nos ayude a no perder la esperanza de conseguir un mundo mejor.

Ese PORTAL DE BELÉN donde nace el Niño Jesús es el portal donde cada día nosotros podemos refugiarnos. Porque Dios nos lo ofrece cada vez que lo necesitemos. Escuchemos atentamente una historia sobre cómo Jesús es nuestro refugio siempre, aún cuando no lo sentimos…


"Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida. Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.

Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena, y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena. Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me enfadó y pregunté entonces al Señor:

- Señor, Tu me dijiste, a través de tu Palabra, que siempre irías conmigo a lo largo del camino de mi vida. Sin embargo durante los peores momentos de mi existencia veo que hay en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tú me abandonabas en las horas en que yo más te necesitaba-.

Entonces, Él, mirándome bondadosamente y sonriendo me contestó:

- Mi querido hijo. Yo siempre te he amado y jamás te abandoné en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas, no eran tus huellas;  en realidad  fueron esos justamente  los momentos de tu vida donde yo te llevé en mis brazos-."

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