María
y José se encontraron en la difícil situación de no tener posada, de no
encontrar un lugar donde poder tener al Hijo de Dios.
Con
un medio de locomoción sencillo (un burro) caminaron y caminaron sin perder la
esperanza de que alguien les ayudaría.
Desde
nuestro pupitre, desde nuestra clase, desde nuestra realidad, hoy descubrimos
esa imagen de José y María caminando sin rumbo hacia un lugar tranquilo donde
poder cuidar a su hijo.
Muchas
personas en nuestro mundo viven a diario la misma situación, no tienen un techo
donde cobijarse ni un lugar donde resguardarse del frío.
No
podemos perder la esperanza de que OTRO MUNDO ES POSIBLE, no podemos abandonar
y dejar a la deriva este alto ideal aunque a veces las circunstancias hagan que
se nuble la lente de nuestro catalejo.
- Hoy colocamos en clase un PORTAL DE BELÉN y
dentro de él podremos escribir, dibujar o pegar fotografías de personas o
situaciones que necesitan ese cobijo. En estos días pediremos por ellas y
por nosotros mismos para que Dios nos ayude a no perder la esperanza de
conseguir un mundo mejor.
Ese PORTAL DE BELÉN donde nace el Niño Jesús es el
portal donde cada día nosotros podemos refugiarnos. Porque Dios nos lo ofrece
cada vez que lo necesitemos. Escuchemos atentamente una historia sobre cómo
Jesús es nuestro refugio siempre, aún cuando no lo sentimos…
"Una noche tuve un
sueño... soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del
cielo, pasaban escenas de mi vida. Por cada escena que pasaba, percibí que
quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del
Señor.
Cuando la última escena pasó
delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena, y noté que
muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la
arena. Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida.
Eso realmente me enfadó y pregunté entonces al Señor:
- Señor, Tu me dijiste, a través de tu
Palabra, que siempre irías conmigo a lo largo del camino de mi vida. Sin
embargo durante los peores momentos de mi existencia veo que hay en la arena
sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tú me abandonabas en las horas en
que yo más te necesitaba-.
Entonces, Él, mirándome
bondadosamente y sonriendo me contestó:
- Mi querido hijo. Yo siempre te he amado y
jamás te abandoné en los momentos más difíciles. Cuando viste en la arena sólo
un par de pisadas, no eran tus huellas;
en realidad fueron esos
justamente los momentos de tu vida donde
yo te llevé en mis brazos-."
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