Orientar
nuestra vida hacia el amor significa tener una mirada limpia para ser capaces
de descubrir el amor en las personas que nos rodean, en la naturaleza que nos
envuelve, en las situaciones que vivimos, en la familia, en los amigos.
Con
frecuencia miramos al revés y solo somos capaces de vernos a nosotros mismos, a
nuestros problemas, nuestras inquietudes, aquellas pequeñas o grandes cosas que
rodean cada uno de nuestros días.
Salgamos
al mundo, giremos nuestra mirada para descubrir a los otros y sobre todo para
AMAR a los otros con el mismo amor que Dios nos ha ofrecido por medio de Jesús.
Orientemos
el timón de nuestra vida hacia ese corazón que se ensancha cuando somos capaces
de entregarnos con generosidad.
- Hoy, podemos colocar en nuestra clase
un gran CORAZÓN, símbolo del AMOR entre las personas que es tan necesario
para poder comenzar nuestra conexión. En
él podemos escribir qué cosas queremos cambiar durante este tiempo
de Adviento para poder, de verdad, conectarnos con el Niño Jesús.
El Padre Coll se distinguió por su gran caridad para
con Dios amándolo con todo el corazón, con toda la mente, con toda el alma y
con todas sus fuerzas; con caridad de amistad trascendental, progresiva,
perfecta.
Las Hermanas decían del Padre Coll que era un volcán
de amor de Dios, siempre en actividad y que por esto su lengua alababa continuamente
a Dios y a la Virgen ,
y exhortaba a todos a alabar a Dios.
Animado de esta caridad, la comunicaba con todos sus
actos. Si hablaba, hablaba por amor de Dios; si predicaba, predicaba por amor
de Dios; si se exponía a los dichos de la gente y a los peligros, se exponía
por amor de Dios; si comía, si bebía, si hacía cualquier otra cosa, todo lo
hacía por amor de Dios.
Desde el púlpito, hablaba de Dios, de sus perfecciones
y atributos divinos, de tal modo, que entusiasmaba a sus oyentes.
El Padre Coll tuvo para con el Señor una caridad tan
grande, que dejó escrita una regla para las Hermanas: “Os recomiendo todas las virtudes; pero de un modo especial la caridad,
la caridad, la caridad"; y otras veces decía: “Es tanto el amor que tengo a Dios, que si me fuera posible, haría
píldoras de amor de Dios, para que todo el mundo pudiera participar de él”.
Unamos nosotros los dos consejos del Padre Coll:
seamos espléndidos en la caridad y apasionados en el amor a los demás.
Rezamos a la
Virgen , a ella que tanto amó el Padre Coll, para que nos
ayude a conseguir nuestros propósitos en esta primera etapa del Adviento: Dios te salve María…
(Preparado en el Colegio "Dulce Nombre de Jesús" de Oviedo)
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