Cuando se
acerca la fiesta de San Francisco Coll (el 19 de mayo, día de su bautismo en
1812) vamos a dar gracias a Dios por haber suscitado su vida y su carisma en la Iglesia. Vamos a
dejar que su vida sea ejemplo para la nuestra.
Fragmento
de la vida del P. Coll:
“En
cuanto a lo que me pide de mi amigo y compañero padre Francisco Coll, misionero
apostólico, no es fácil por ahora satisfacer sus buenos deseos de usted. Porque
son tantas las cosas que puedo decir de este varón de Dios, que necesito
amanuense para referir las cosas ocurridas en las treinta y dos poblaciones que
evangelizó en este grande obispado. Yo nunca he visto predicador tan fervoroso,
tan humilde y tan simpático y al mismo tiempo tan prudente, que arrastraba los
corazones de todos. Modulaba la voz como quería, ésta era clara y penetrante,
que conmovía el auditorio de un modo admirable” (Testimonio de José Nofre
Sansa, sacerdote).
REFLEXIÓN
La fuerza que empuja a los primeros discípulos de Jesús es la
misma que inspira al P. Coll a anunciar el Evangelio. La experiencia de Cristo
resucitado fue lo que impulsó la itinerancia misionera de San Francisco Coll,
en la pobreza radical, desprovisto de todo, pero lleno de la fuerza del
Espíritu.
El P. Coll, desde la fe
en el Resucitado “vivió una santidad profética”, fue un verdadero testigo. Igual que San Pablo, al
P. Coll evangelizar le venía como una necesidad: “Ay de mi si no evangelizara”,
y evangelizó no tanto con discursos de sabiduría humana, como con la
manifestación del espíritu y el poder de Dios, sintió la entrega a la
predicación como una necesidad irresistible.
A imitación de Santo Domingo, el P. Coll, dejando las seguridades
que le brindaba la vida parroquial, quiso adentrarse en el riesgo de la
inseguridad evangélica de “predicador itinerante”. Se traslada de un lugar a
otro en un caminar constante y fatigoso: no es un hombre de vida cómoda, de un
ambiente buscado y hecho, de un público seguro, atento y fiel, sino que, con su
amor entrañable a todos, caldea los corazones por donde pasa: “Un fuego produce
otro fuego”.
Así, nosotros, como el P. Coll, deberíamos apasionarnos más y más
por Jesús, y con pequeñas obras anunciar su amor a todas las personas que nos
rodean.
Alabemos a Cristo, y supliquémosle por nuestras necesidades, las
de todos los que formamos este Colegio, la Iglesia y la humanidad.
PETICIONES
1. Señor Jesús, que viniste al mundo para servir, y no para que te sirvieran,
danos el gozo de servirte a Ti y a nuestros hermanos y hermanas con un corazón
compasivo como el que movió a San Francisco Coll.
2. Por intercesión del Padre Coll, apóstol fiel a la Palabra , concede, Señor, a cada
hermana dominica de la
Anunciata , ser anuncio con el testimonio de vida personal y
comunitario.
3. Por intercesión de San Francisco Coll, que supo encontrarte en los
que lloraban por la ausencia de sus seres queridos, concede, Señor, a
nuestras Hermanas dominicas difuntas, gozar eternamente de tu presencia.
4. Por intercesión del P. Coll, que se acercó a quienes más sufrían
y se hizo solidario con todos, te pedimos, Señor, que ayudes a las familias más
necesitadas de nuestro Colegio, y que te sintamos siempre cerca de todos nosotros.
Agradeciendo al Señor la vida y ejemplo de San Francisco Coll, digamos
confiadamente: PADRE NUESTRO
ORACION FINAL Dios y Padre nuestro, tú
que has elegido a San Francisco Coll para anunciar el mensaje de la salvación y
disipar las tinieblas de la ignorancia con la luz de tu Palabra. Haz que su ejemplo
e intercesión suscite nuevos anunciadores del evangelio en todos los estados de
la vida cristiana. Así, firmes en la fe, esperanza y caridad, seamos en la Iglesia instrumentos de
reconciliación, de paz,
justicia y solidaridad. Te lo pedimos por Cristo Nuestro Señor. Amén
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