lunes, 20 de mayo de 2013

Oración de la mañana: Media avemaría y bastará


Vallejo Nájera, un famoso psiquiatra, días antes de morir recordaba divertido y emocionado esta conversación con un torero llamado Miguel, buen amigo suyo. 

Miguel no practicaba como cristiano, y Vallejo trataba de ayudarle para que volviera a Dios antes de morir, pues el torero, por falta de formación, vivía alejado de Dios. Decía Vallejo: "No digas que no has blasfemado o hablado mal de Dios. Pero como eso es una anormalidad y yo, como psiquiatra, me doy cuenta de los traumas de infancia que te han podido llevar a esa aberración, creo que Dios, que es mucho más listo que yo, no te lo va a tener en cuenta. Y con tus muchos disparates será benévolo, porque sabe que eres un disparatado. Te ha hecho con este vigor y vitalidad que no se encauzó bien; has aprendido a leer entre los cuernos de los toros, porque te tuvieron desde los catorce años explotándote para torear(...). 


- Mira Miguel, le dije, no te voy a pedir que cambies de vida, no te voy a pedir que dejes de beber... Sigue como estás ahora, que estás hecho un desastre, pero te voy a decir una cosa. Yo sé que me voy a morir muy pronto y Dios me ha dado la gracia de recobrar mi fe de la infancia, la misma que tuviste tú, porque tu madre la tenía, y te la enseñó, y tus hermanas la siguen teniendo. No te voy a pedir siquiera que vayas a Misa. Sólo que le digas a la Virgen: Virgen mía, ayúdame a entrar. Dios mío, perdóname. Y te va a bastar con eso, porque la Virgen te escuchará. 

Miguel se quedó muy conmovido... 

- Mira, Miguel, le dije, vas a rezar conmigo media Avemaría, sólo la segunda parte:  Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores... Que tú lo eres de narices... Ahora y en la hora de nuestra muerte, amén. Hazme un favor, júrame que esa Avemaría la vas a rezar todas las noches. 

- Yo no juro, me dijo él, yo prometo, y te lo prometo. 

Pero, como es muy cabezota y nunca quiere dar su brazo a torcer, añadió: 
- Te la rezaré a ti y como un fandango. Me da igual, le dije yo, tú rézala cuando te acuerdes de mí y bastará. 

¡María: eso sí que es acertar en el modo de ayudar a un amigo! Yo te acercaré a mis amigos y Tú haces el resto, ¿de acuerdo? Ahora puedes seguir hablando a María con tus palabras, comentándole algo de lo que has leído, hablándole de tus amigos y de las necesidades que tienen...

Ah! Y no te olvides de hacer en este día una buena acción, por lo menos: Es un buen regalo para María.

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