Excursión montañera de alumnos de Primaria. En un sencillo paso con algo de
pendiente y gran cantidad de barro, uno de los chavales cae. Una mezcla de
dolor y de vergüenza le llena la cara de lágrimas y la boca de gritos
desesperados, invocando la ayuda de su madre; madre que en estos momentos se
encontraba a bastantes kilómetros: ¡¡mamá, mamá!!
Era absurdo: ¡no podría
escucharle!, pero también natural, pues de pequeño, la madre es la solución para
todo.
Madre mía, ojalá no deje nunca de ser pequeño en esto. ¿Por qué tantas
veces me empeño en levantarme yo solo, en luchar yo solo, en sufrir yo solo?
Que en todas las circunstancias te llame. Además, a nosotros nunca nos separan
los kilómetros... ¡Te llamaré! y perdona si sólo lo hago cuando te necesito,
pero... ya sabes: los humanos siempre somos un poco egoístas con vosotras, la
madres. ¡No me sueltes de tu mano!
Ahora puedes seguir hablando a María con tus
palabras, comentándole algo de lo que has leído. Reza, con todo tu corazón:
María:
Hoy te queremos invocar con el nombre más bonito;
queremos llamarte MADRE.
Queremos pedirte que estés cerca de nosotros.
Que cuides nuestro crecimiento
como cuidaste el de Jesús.
Queremos acordarnos de ti y sentirte cerca
en nuestros momentos difíciles;
y también, en los momentos fáciles y gozosos.
Ojalá sepamos quererte como te quería Jesús.
Ojalá sepamos imitarte en decirle sí a Dios.
Ojalá elijamos en todo momento lo que es bueno y sincero,
como elegiste tú.
¡Santa María Madre de Jesús y Madre Nuestra,
ruega por nosotros!
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