miércoles, 23 de octubre de 2013

Con el corazón agradecido

En mayo de 2011 llegamos a Perú llenos de entusiasmo y expectativas, y también algunos miedos e incertidumbre. A lo largo de este periodo ha habido tiempo para todo: “Nacer, morir, plantar, arrancar lo plantado, llorar y reír, hacer duelo y bailar…”(cf Ec 3,1-22).

Llegamos como Laicos Misioneros Combonianos enviados desde España, para colaborar en la extensa parroquia que los Combonianos tienen en Arequipa. Vinimos como enfermero y psicóloga, pero sobre todo como familia que busca y sueña con un mundo cada día un poquito más fraterno. En comunidad con la otra familia de LMC de España y junto con los padres Combonianos colaboramos en la pastoral y en los proyectos de promoción humana y convivencia saludable que tienen la parroquia “El Buen Pastor”.


Damos gracias a Dios por su bondad infinita, por invitarnos a “salir de nuestra tierra, de la casa de nuestros padres”, porque realmente estamos experimentando su amor infinito y bondadoso, el cien por uno que regala y que este pueblo hace realidad con su derroche de generosidad.

Día a día vamos descubriendo que no hay diferencias esenciales entre aquí y allí, y lo único verdaderamente importante es “nacer de nuevo”, reinventarse, sanar heridas, madurar, aprender a soltar, buscar permanentemente…para ir abriéndonos poco a poco a los nuevos caminos que la vida nos propone y regala.

Gracias a este pueblo que tan generosamente nos acoge y cuida, con el que compartimos gozos y sufrimientos, y que cada día sentimos más hermano. Y gracias nuevamente a Dios por habernos cuidado con tanto mimo, que palpamos especialmente en el cuidado de nuestro hijo Pablo.

(Carmen y Jose)


¿Qué actitudes crees que son necesarias para vivir como lo hacen Carmen y José? ¿Por qué son felices?
Para anunciar/contagiar la fe a otros, ¿da igual cualquier actitud, cualquier acción? Para que prenda la fe, ¿cómo puedes ayudar a que otros crean en Jesucristo?


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