En mayo de 2011 llegamos a Perú llenos de entusiasmo y
expectativas, y también algunos miedos e incertidumbre. A lo largo de este
periodo ha habido tiempo para todo: “Nacer, morir, plantar, arrancar lo plantado, llorar y reír, hacer duelo y bailar…”(cf Ec 3,1-22).
Llegamos como Laicos Misioneros Combonianos enviados desde
España, para colaborar en la extensa parroquia que los Combonianos tienen en
Arequipa. Vinimos como enfermero y psicóloga, pero sobre todo como familia que
busca y sueña con un mundo cada día un poquito más fraterno. En comunidad con
la otra familia de LMC de España y junto con los padres Combonianos colaboramos
en la pastoral y en los proyectos de promoción humana y convivencia saludable
que tienen la parroquia “El Buen Pastor”.
Damos gracias a Dios por su bondad infinita, por invitarnos
a “salir de nuestra tierra, de la casa de nuestros padres”, porque realmente
estamos experimentando su amor infinito y bondadoso, el cien por uno que regala
y que este pueblo hace realidad con su derroche de generosidad.
Día a día vamos descubriendo que no hay diferencias
esenciales entre aquí y allí, y lo único verdaderamente importante es “nacer de
nuevo”, reinventarse, sanar heridas, madurar, aprender a soltar, buscar
permanentemente…para ir abriéndonos poco a poco a los nuevos caminos que la
vida nos propone y regala.
Gracias a este pueblo que tan generosamente nos acoge y
cuida, con el que compartimos gozos y sufrimientos, y que cada día sentimos más
hermano. Y gracias nuevamente a Dios por habernos cuidado con tanto mimo, que
palpamos especialmente en el cuidado de nuestro hijo Pablo.
(Carmen y Jose)
¿Qué actitudes crees que son necesarias para vivir como lo hacen Carmen y José? ¿Por qué son felices?
Para anunciar/contagiar la fe a otros, ¿da igual cualquier actitud, cualquier acción? Para que prenda la fe, ¿cómo puedes ayudar a que otros crean en Jesucristo?
No hay comentarios:
Publicar un comentario