Recorría
Jesús la Galilea ,
pues no quería andar por Judea porque los judíos trataban de matarlo. Se acercaba la fiesta judía de las
tiendas. Después que sus parientes se marcharon a la fiesta, entonces subió él
también, no abiertamente, sino a escondidas.
Entonces algunos
que eran de Jerusalén dijeron: «¿No es éste el que intentan matar? Pues mirad
cómo habla abiertamente, y no le dicen nada. ¿Será que los jefes se han
convencido de que éste es el Mesías? Pero éste sabemos de dónde viene, mientras
que el Mesías, cuando llegue, nadie sabrá de dónde viene».
Entonces
Jesús, mientras enseñaba en el templo, gritó: «A mí me conocéis, y conocéis de
dónde vengo. Sin embargo, yo no vengo por mi cuenta, sino enviado por el que es
veraz; a ése vosotros no lo conocéis; yo lo conozco, porque procedo de él, y él
me ha enviado». Entonces intentaban agarrarlo; pero nadie le pudo echar mano,
porque todavía no había llegado su hora.
Jn 7, 1-2. 10. 25-30
“Toda la vida de Jesús de Nazaret es un verdadero
modelo de entrega y servicio a los demás. Una entrega plena de fidelidad y
coherencia hasta llevarle a la muerte y una muerte de cruz. ¿De dónde sacó
tanta fuerza para no desanimarse, para no desfallecer, para permanecer fiel?
Sencillamente, del AMOR, porque Dios es amor y el amor es el motor de la
historia –nos recuerda San Agustín-.
¡Que distinta sería nuestra realidad si efectivamente
viéramos en el prójimo el rostro de Jesús! ¡Cómo cambiaría nuestra sociedad si
hiciéramos del servicio un estilo propio de vida! Debemos abrirnos al Señor y
aprender de Él que es “manso y humilde de corazón”, debemos llenarnos de Él, de
su amor, para que nuestra carga y nuestro yugo se vuelva ligero (Mt 11,29) y
dirigir nuestra mirada a las necesidades de los demás. Esa es la transformación
social” (Monseñor Miguel Olaortua Laspra)
Dame fuerzas
para soportar las adversidades,
para no flaquear en la lucha,
para no creer «haber llegado»
y saberlas todas.
Dame fuerzas
para aprender siempre del otro,
para abrir los oídos y el corazón,
para cambiar y perdurar en el cambio.
Dame fuerzas
para dar siempre más,
para entregar siempre lo máximo,
para pensar siempre lo mejor.
Dame fuerzas
para no bajar los brazos,
para contagiar entusiasmo,
para acompañar sin descanso.
Dame fuerzas
para animar a mis compañeros,
para encender la esperanza,
para tender la mano al otro.
Dame fuerzas
para vivir como vale la pena vivir
dando la vida que es tiempo,
trabajo, esfuerzo y compañía,
construyendo unidad.
Luchando de verdad
entre aciertos, dudas y errores,
anhelando coherencia y transparencia,
sumando valor y audacia para vivir,
simplemente, siguiendo tus pasos,
Señor, por los caminos del Evangelio,
construyendo un Mundo Nuevo.
Marcelo
A. Murua
ORACIÓN FINAL
Si tienes un amor que llena el
corazón,
nunca te sentirás en soledad.
Tu vida tiene un fin con un gran
ideal:
darte a los demás por ese amor.
Pasar haciendo el bien como Jesús
pasó,
ser vida, luz, unión y
comprensión.
No importa que el dolor a veces
quiera herir,
Tú tienes que cantar y sonreír.
Ser como Cristo, luz que enseña
la verdad,
y hasta en la cruz amar y
perdonar.
Un día llegará que Dios te
llamará, y
más que nunca tú sonreirás.
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