viernes, 8 de marzo de 2013

Viernes III de Cuaresma: Oración para este día


Un escriba se acercó a Jesús y le preguntó: «¿Qué mandamiento es el primero de todos?» Respondió Jesús: «El primero es: «Escucha, Israel, el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser». El segundo es éste: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo». No hay mandamiento mayor que éstos».

El escriba replicó: «Muy bien, Maestro, tienes razón cuando dices que el Señor es uno solo y no hay otro fuera de Él; y que amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios».

Jesús, viendo que había respondido sensatamente, le dijo: «No estás lejos del reino de Dios». Y nadie se atrevió a hacerle más preguntas.
Mc 12, 28b-34

Con frecuencia estamos llenos de buenas intenciones y grandes ideales, pero el Evangelio es claro y radical. Seguir a Jesús supone renuncia (a nuestras comodidades, seguridades…) y compromiso (por los más pobres, los necesitados,
los abandonados y desechados por nuestra sociedad).


¿Qué le diría yo hoy a Jesús si viniera y me preguntara qué he hecho por mi prójimo? ¿He sido sensible ente el sufrimiento?
¿He denunciado las injusticias?
¿He compartido lo que tengo con quienes no tienen tanta suerte?
¿Me atrevería a decirle a Jesús que me he contentado con rezar por él, para que “Dios le ayude”?


Necesito cambiar, Señor;
dame sabiduría para revisar mi vida,
mi caminar, mis opciones y decisiones.
Empapa mi corazón con humildad sincera.
Que sea capaz de darme cuenta...
¡tengo tanto que cambiar!

Dejar el hombre viejo:
el egoísmo que me atrapa,
el pensar en mí mismo antes que en los demás,
el buscar con más afán lo material que el Reino;
la falta de confianza,
el querer tener seguridades que no son tuyas…
¡Cuánto me cuesta, Señor, ponerme en tus manos!
¡Cambiar...!

Cambiar el corazón de piedra
que me hace pasar indiferente ante el que sufre,
el que pide, el chico que cierra puertas
o lava cristales en la calle.
Cambiar la ceguera intencional
que me hace cerrar los ojos ante la corrupción y la injusticia.
Cambiar el desinterés y la apatía,
Para construir alternativas de esperanza y de justicia.

Cambiar la comodidad del dejar hacer a otros,
aunque hagan mal y perjudiquen a tantos.
Dame un corazón nuevo,
que aprenda a sentir con la compasión de Jesús;
dame unos ojos nuevos,
que descubran en el presente las semillas del Reino;
dame unas manos nuevas,
que ayuden a construir estructuras de Justicia y de Paz.

ORACIÓN FINAL
Gracias a tu ejemplo, Señor,
Reconocemos a los hombres como hermanos.
Y el mandato de que nos amemos los unos a los otros
es lo que más nos conviene,
ya que al amar a nuestros semejantes
maduramos y crecemos como personas.
Ayúdanos, Padre de bondad
a amarnos unos a otros,
pues solo así manifestamos al mundo que somos tus hijos.
Bendito seas Señor,
por habernos creado capaces de amarte
y de amar a los seres humanos,
que son nuestro prójimo. Amén.

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