lunes, 25 de marzo de 2013

Lunes Santo: Oración para este día


Seis días antes de la Pascua, fue Jesús a Betania, donde vivía Lázaro, a quien había resucitado de entre los muertos. Allí le ofrecieron una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban con Él a la mesa. María tomó una libra de perfume de nardo, auténtico y costoso, le ungió los pies y se los enjugó con su cabellera. Y la casa se llenó de la fragancia del perfume.

Judas Iscariote, uno de sus discípulos, el que lo iba a entregar, dice: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios para dárselos a los pobres?» Esto lo dijo, no porque le importasen los pobres, sino porque era un ladrón; y como tenía la bolsa llevaba lo que iban echando. Jesús dijo: «Déjala, lo tenía guardado para el día de mi sepultura; porque a los pobres los tenéis siempre con vosotros, pero a mí no siempre me tenéis».
Jn 12, 1-11

 A “seis días de la Pascua”, Jesús sigue compartiendo y celebrando la vida y la amistad a través de la mesa compartida, la amistad servicial de Marta, el perfume costoso de María, la unción de los pies, la fragancia que llena la casa. Jesús quiso celebrar el don de la vida en plenitud, celebración que implica encuentro, entrega de lo mejor que tenemos y somos.


Y la casa se llenó de la fragancia”. ¿Dónde encontrarme con el Señor? ¿Cómo derramar mi perfume, aquello que tengo y soy? Son, quizá, preguntas que me puedo hacer en este día. También yo puedo celebrar el don de la vida tomando consciencia de que Jesús sigue caminando conmigo y con mi próximo. Me corresponde a mí buscarlo entre la gente, en lo que me rodea y, con mi servicio y entrega, ungir con mi perfume para que la fragancia de la vida, de la amistad, del Amor se pueda sentir a mi alrededor.

Jesús mío: ayúdame a esparcir tu fragancia
donde quiera que vaya;
inúndame con tu espíritu y tu vida;
penetra todo mi ser
y toma de él posesión
de tal manera que mi vida
sea en adelante
una irradiación de la tuya.
Quédate en mi vida
en una unión tan íntima
que las personas
que tengan contacto conmigo
puedan sentir en mí tu presencia;
y que al mirarme olviden que yo existo
y no piensen sino en Ti.
Quédate conmigo. Así podré convertirme
en luz para los otros.
Esa luz, oh Jesús, vendrá toda de Ti;
ni uno solo de sus rayos será mío.
Te serviré apenas de instrumento
para que Tú ilumines sus vidas
a través de mí.
Déjame alabarte en la forma que te es
más agradable:
llevando mi lámpara encendida
para disipar las sombras
en el camino de otras personas.
Déjame predicar
tu nombre sin palabras…
Con mi ejemplo, con mi fuerza
de atracción
con la sobrenatural influencia
de mis obras,
con la fuerza evidente del amor
que mi corazón siente por Ti.
John Henry Newmann

ORACIÓN FINAL
Padre, dame fuerzas para que pueda quitar mis miedos;
que pueda caminar en tu presencia;
que pueda ser capaz de llevar tu fragancia de Amor,
tu Palabra capaz de animar y llenar de gozo y alegría
a tus hijos e hijas. Amén.

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