Dijo Jesús a
los judíos: «Mi Padre sigue actuando, y yo también actúo». Por eso los judíos
tenían más ganas de matarlo: porque no sólo abolía el sábado, sino también
llamaba a Dios Padre suyo, haciéndose igual a Dios.
Jesús tomó la
palabra y les dijo: «Os lo aseguro: El Hijo no puede hacer por su cuenta nada
que no vea hacer al Padre. Lo que hace éste, eso mismo hace también el Hijo,
pues el Padre ama al Hijo y le muestra todo lo que él hace y le mostrará obras
mayores que ésta, para vuestro asombro. Lo mismo que el Padre resucita a los
muertos y les da vida, así también el Hijo da vida a los que quiere. Porque el
Padre no juzga a nadie, sino que ha confiado al Hijo el juicio de todos, para
que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo no honra
al Padre que lo envió.
Os lo
aseguro: Quien escucha mi palabra y cree al que me envió posee la vida eterna y
no se le llamará a juicio, porque ha pasado ya de la muerte a la vida. Os
aseguro que llega la hora, y ya está aquí, en que los muertos oirán la voz del Hijo
de Dios, y los que hayan oído vivirán. Porque, igual que el Padre dispone de la
vida, así ha dado también al Hijo el disponer de la vida y le ha dado potestad de
juzgar, porque es el Hijo del hombre.
Jn 5, 17-30
Los cristianos se deben mostrar seguidores de
Jesús, no a través de las palabras sino de sus hechos. No es buen cristiano el
que intelectualmente sabe mucho de Jesús y ora con técnicas muy elaboradas.
Cristiano es el que hace lo que hizo Jesús “llevar la Buena Noticia a los
pobres, anunciar su liberación a los cautivos y dar vista a los ciegos, dar
libertad a los oprimidos” (LC, 4,18).
Jesús quiso crear una comunidad fundada en el
amor, la solidaridad y el servicio a los demás, alternativa a la sociedad de su
tiempo. ¿No podemos plantearnos, hoy, en el siglo XXI, que quién no lucha por esa
nueva sociedad, no es seguidor de Cristo? Piensa en algo concreto que vas a
hacer tu hoy para “llevar la
Buena Noticia ” a las personas con las que te vas a encontrar.
Señor, haz de mi un instrumento de tu paz.
Que allá donde hay odio, yo ponga el amor.
Que allá donde hay ofensa, yo ponga el
perdón.
Que allá donde hay discordia, yo ponga la
unión.
Que allá donde hay error, yo ponga la verdad.
Que allá donde hay duda, yo ponga la Fe.
Que allá donde hay desesperación, yo ponga la
esperanza.
Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la
luz.
Que allá donde hay tristeza, yo ponga la
alegría.
Oh Señor, que yo no busque tanto
ser consolado, cuanto consolar,
ser comprendido, cuanto comprender,
ser amado, cuanto amar.
Porque es dándose como se recibe,
es olvidándose de sí mismo
como uno se encuentra a sí mismo,
es perdonando, como se es perdonado,
es muriendo como se resucita a la vida eterna.
ORACIÓN FINAL
Señor, hazme un instrumento
eficaz de tu misericordia.
Señor,
bendice mi mente
para que no sea indiferente ni
insensible
a las necesidades de mi prójimo.
Señor, bendice mis ojos
para que reconozca en el que
sufre tu rostro.
Señor, bendice mis oídos
para que oigan las voces que
suplican ayuda
y respondan a los mensajes
de quien no sabe expresarse con
palabras.
Señor, bendice mis manos
para que no permanezcan cerradas ni
frías,
sino que transmitan calor y cercanía
hacia quien necesita una presencia
amiga.
Señor, bendice mis labios para
que no pronuncien frases vacías,
sino que expresen la comprensión
y acogida
que nace de un corazón que te ama. Amén.
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