El Rosario ha sido confiado a la Orden de Predicadores por la
misma Virgen y por voluntad de los papas de la Iglesia. Tenemos
que estar muy atentos para no defraudar esa esperaza que la Iglesia ha puesto en la Orden Dominicana y debemos
buscar que esta devoción crezca cada vez más para el bien personal y de la
misma Iglesia.
Todos los Papas del siglo XX han
sido muy devotos del Santo Rosario. Su Santidad Juan Pablo II insistía siempre
en el rezo del Santo Rosario: “Recen en familia, en grupos. Recen en privado. Inviten
a todos a rezar. No tengan miedo de compartir la fe”.
El rosario es la oración de los
sencillos y de los grandes. Es tan simple, que está al alcance de todos; se
puede rezar en cualquier parte y a cualquier hora. El rosario honra a Dios y a la María de un modo especial.
El P. Coll se distinguió siempre
por una singular devoción a la
Virgen del Rosario: amante ferviente de la Virgen y fiel propagador del
Rosario, lo rezaba con frecuencia y lo llevaba siempre en la mano. Con el rezo
del rosario, acostumbraba a dar comienzo a las Misiones y en varios lugares
comenzaba la jornada con el Rosario de la aurora.
El Rosario fue su oración
favorita, y eran muchas las partes que rezaba cada día, sobre todo en los
últimos tiempos de su enfermedad. El Rosario siempre en sus manos y el corazón
en el cielo, hasta que Dios lo llamó…
Un verdadero misionero es el que
predica fundamentalmente con la vida. Ese es Francisco Coll. El Rosario
constituía para él un manantial de oración y pozo de sabiduría, con el que
fortalecía las diversas situaciones de sufrimiento y tensión de quienes estaban
sufriendo las consecuencias de la guerra.
En los testimonios de quienes
declaran sobre la vida de Francisco Coll, se percibe lo intenso y vivo que era
su amor a María, plasmado profundamente en la plegaria mariana del Rosario,
oración que no cesaba de practicar. Así mismo declaran cómo en su habitación,
muy austera, dedicaba tiempo para orar y reflexionar; estando en adoración y
silencio antes de iniciar el esquema de sus enseñanzas pastorales, preparándolo
postrado anteriormente y orando ante las imágenes de Cristo y de María, por la
situación o momento que vivía cada población concreta en la que le correspondía
predicar.
Nos consta así mismo, que al
organizar las misiones nunca le falta explicar el lugar que iba a ocupar el
Santo Rosario, tema que no cesó de sembrar con todo esfuerzo, en cada lugar
donde llegaba este auténtico pastor: Francisco Coll.
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