En el año 2000, todos los países acordaron trabajar juntos
para acabar con el hambre antes de 2015.
A menos de un año para que se acabe el plazo,
comprobamos que estamos muy lejos de poder conseguir este objetivo. Hoy, 842
millones de personas pasan hambre. Es un escándalo que no podemos consentir. Está en
nuestras manos ofrecer soluciones para que se cumpla este derecho fundamental para
todos.
Para acabar con esta tragedia es urgente generar un nuevo
orden de relaciones, entre personas, asociaciones, empresas, organismos públicos,
y entre países, que refleje la fraternidad que nos une a todos. Porque el
desarrollo de los pueblos depende, sobre todo, de que aprendamos a vivir como miembros
de la misma familia. Es necesario un compromiso solidario mundial para
que todos podamos beneficiarnos de los frutos de la tierra.
Por eso, desde Manos Unidas, la Asociación de la Iglesia
católica en España para la ayuda, promoción y desarrollo de los países del Sur, en la
Campaña que ahora iniciamos, convocamos a todos a trabajar fraternalmente por “Un mundo
nuevo, proyecto común”, porque acabar con el hambre es
responsabilidad de todos, y solo será posible si todos trabajamos como auténticos
hermanos.
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