No siempre es más fuerte el más grande.
La fortaleza nace de dentro de uno mismo, no de sus
dimensiones ni de su masa corpórea.
Tú eres fuerte cuando, desde lo que eres, te muestras
humilde y compasivo con los otros.
Eres fuerte cada vez que levantas los brazos a la fiereza de
los demás manifestando lo que piensas y aquello en lo que crees.
Eres fuerte cuando callas por respeto y cuando hablas con
sinceridad.
Tu fortaleza nace de lo más profundo de ti y para ello solo
necesitas ir al "gimnasio de la vida" pues es el mejor entrenamiento
para conocerte a ti mismo y llegar a los demás.
La agresividad, el grito y el gesto negativo de los otros no
puede tambalear aquello que eres pues tu fortaleza está por encima de ello.
Pon a prueba tus retos, camina seguro sabiendo hacia donde
te diriges. Confíate a Dios en cada cosa que emprendes y sencillamente... sé tú
mismo siempre. Eso te hará grande.
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