Ha
comenzado un nuevo año. Lo ponemos en tus manos, Señor.
Tú,
Padre amoroso, que velas por nosotros y estás por encima de los límites del
tiempo y del espacio, sabes lo que necesitaremos en este año que ha empezado. Nos
abandonamos a tu misericordia. Que sea lo que Tú dispongas, Señor.
Aumenta
nuestra fe, que seamos capaces de descubrir tu presencia a nuestro lado. No
permitas que nada nos separe de Ti. Danos fortaleza en las pruebas, y ayúdanos
cada día a recordar que nunca sucederá nada que Tú y nosotros, juntos, no
podamos superar.
Líbranos
de la indiferencia, especialmente ante quienes nos rodean. Haznos sensibles a sus necesidades,
y muévenos a orar por ellos y a realizar acciones concretas en beneficio de
ellos.
Ayúdanos
a no desperdiciar el tiempo. Enséñanos a darnos a los demás, a comprender que
sólo vale la pena lo que se hace por los otros.
Enséñanos
a salir de nosotros mismos para ir al encuentro de los hermanos, simplemente
como Tú: con la mano extendida y el corazón abierto. No dejes que nos paralice
la inercia, el orgullo, la complacencia. No dejes de inquietarnos, de ponernos
en movimiento, de lanzarnos contigo a construir tu reino de paz, amor y
justicia, y a hacerlo en clase, en familia, en Humanidad.
Enséñanos
a mantenernos sencillos y alegres, a ser verdaderamente testigos tuyos en el
mundo. Ayúdanos a desprendernos de todo lo que nos estorba para seguirte. Líbranos
de lo que nos hace tropezar, de lo que nos pesa: rencores, orgullos, miserias,
apegos…
Enséñanos a ser pacientes, comprensivos, dulces, a perdonar al otro,
a acogerlo en el corazón. Enséñanos a amar como amas Tú.
Queremos
descubrirte en cada día de este año que ha empezado, y ayudar a que otros te
descubran también.
Señor,
que cuando nos busquen a nosotros, te encuentren siempre a Ti. Amén.
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