Señor, Tú nos dijiste: “La mies es mucha y los obreros
pocos”. Nos invitaste a trabajar en tu campo, sin exigir cualificación. En tu
campo cabemos todos. A principio de curso aceptamos esta invitación y ahora te
presentamos la cosecha.
Nos entregaste unos talentos: “Trabajad con ellos y al final
darme cuenta”. Hoy te los presentamos. Con mayor o menor empeño, de aquellos
talentos, Señor, unos rindieron el 30, otros el 20 o el 10, pero nadie los
enterró por miedo.
Nos pediste: “Sed luz en la tierra”. Como aquella lamparita
que al ponerse el sol y no saber quién sustituiría su luz dijo:”se hará lo
mejor que se pueda”. Hemos intentado alumbrar, para que la oscuridad no
bloqueara nuestro camino. A veces, aún sin luz, es necesario avanzar, incluso
sin conocer el camino. La oración de cada mañana, y todas nuestras
celebraciones, han sido la herramienta.